¿Qué tienen en común el azahar, el chocolate con sal y la puntuación en poesía?: magnetismo. Este trío te atrapa y te envuelve; acompáñame en las siguientes líneas para que aclares tus ideas sobre cómo usar los puntos y las comas en poesía.

Azahar y chocolate con sal: puntuación en poesía

Te preguntarás el porqué de esta asociación, muy sencillo, si pienso en la puntuación en poesía y un olor, me viene el azahar porque la puntuación es un recurso de tu poema que, al igual que el olor a azahar, lo impregna todo, lo recuerdas, te introduce en un universo, la puntuación también. Es como ese poema de Alejandra Pizarnik que dice «Sin manos para decir nunca / Sin manos para regalar mariposas / A los niños muertos» («A la espera de la oscuridad», La última inocencia).

¿Y por qué chocolate con sal? Porque este es un sabor que al principio choca e incluso causa rechazo pero que es adictivo después. ¿Y quién no va a querer que su poesía sea adictiva? La puntuación es una vía. Eso sí, hay que poner la dosis justa de sal en ese chocolate.

Las tres fases de la puntuación en poesía

En cuanto a la puntuación en poesía, por mi propia experiencia como poeta y como correctora de poesía he observado que cuando escribimos poesía se pasa por tres fases:

  • Cuando empiezas: como puedes, sin mucho conocimiento.
  • Cuando llevas un tiempo escribiendo: de forma rígida y canónica, sin saltarse ni una sola norma ortográfica.
  • Etapa de maduración de tu estilo: te sientes fuerte, con un criterio y estilo propio, conoces al dedillo las reglas y ya sabes cómo romperlas, sabes por qué quieres usar ese signo de puntuación y no otro o, incluso, usarlo erróneamente: es la libertad creativa en su esplendor y con la mayor carga expresiva.

Pienso que es imprescindible no saltarse ninguna fase, de todo se aprende y es en la práctica cuando descubres cómo quieres hacer.

La última fase, en la que puedes romper las reglas gracias a que las conoces, es el momento interesante, pero yo no recomiendo correr.

Te regalo esta paradoja: no todo vale en poesía y todo está permitido.

Todo va a depender de si cumple un cometido, si no, sobra. En poesía no hay blanco ni negro, es todo matiz.

Funciones principales de los signos de puntuación

Para que el azahar no resulte empalagoso y te haga arrugar la nariz y el chocolate no pierda su punto adictivo y no cruce la raya roja de la repulsa, es decir, que el exceso de puntuación que resulte errónea no eche al traste tu poema o que resulte monótono es imprescindible conocer las funciones principales de los signos de puntuación que más se usan en poesía. Hablo del punto, la coma, el punto y coma y los dos puntos.

Punto

En la OLE (Ortografía de la lengua española): «La función principal del punto consiste en señalar el final de un enunciado […], de un párrafo o de un texto» (p. 293). El punto se refleja en la oralidad con una pausa claramente marcada, pero esto no significa que sea correcto trasladar las pausas de la oralidad al texto. Una manera de entender cómo usar el punto es pensando en que con él se organiza la información y se acotan o encierran ideas. Esas ideas pueden presentarse sin incisos y sin subordinadas o con ellas, entonces, aquí entra en juego la coma.

Quiero que tengas en cuenta que, si puntúas la oración «Llueve en la yema de tus dedos, qué colibrí nace de ellos» de esta manera «Llueve en la yema de tus dedos. Qué colibrí nace de ellos», le estás dando mayor relevancia a cada una de las partes. ¿Notas la diferencia entre el primero que fluye más y el segundo que te detiene y te prepara para una nueva frase? Esa parada le dice a tu cerebro, eh, que viene otra idea importante. (Por favor, esto no significa que lo uses de esta manera siempre, resérvalo para cuando de verdad sea necesario).

Coma

Según la OLE: «Es un signo de puntuación que delimita unidades lingüísticas inferiores al enunciado» (p. 302). Se usa sobre todo para separar enumeraciones, marcar incisos y aclaraciones, además de la coma de vocativo (que apela) y la coma que se usa para marcar elisiones verbales. Recuerda no poner nunca la coma entre sujeto y predicado ni en construcciones bimembres como «tanto… como» o «tan… que».

Punto y coma

Según la OLE: «Tiene como función separar unidades textuales básicas […]. La delimitación que ejerce el punto y coma afecta a unidades inferiores al enunciado, sean estos grupos sintácticos […] u oraciones» (p. 350). Hay que tener en cuenta que también debe atender a la sintaxis y que, por ejemplo, tampoco puede separar sujeto y predicado.

Elegir entre el uso de la coma y el punto y coma va a depender de la estrecha relación en la jerarquización de ideas y de la información que le dé quien escribe. La coma muestra una relación mayor que el punto y coma. Fíjate en el poema «Moradas» (Los trabajos y las noches) de Alejandra Pizarnik, la puntuación original: «En la mano crispada de un muerto, / en la memoria de un loco, / en la tristeza de un niño, / en la mano…». Y ahora la cambio por punto y coma: En la mano crispada de un muerto; / en la memoria de un loco; / en la tristeza de un niño; / en la mano… La segunda opción no es incorrecta, la poeta se podría haber decidido por ella sin ningún problema, aunque es muy seguro que yo le hubiera aconsejado la primera porque esta enumeración es una unidad bastante compacta que pende del título del poema y la relación entre un elemento y otro es muy estrecha.

Dos puntos

Según la OLE: «Delimita unidades sintácticas inferiores al enunciado, oracionales o no […]. Los dos puntos detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue, que siempre está en estrecha relación con el texto precedente. Se añade, pues, a su función demarcativa un valor anunciativo que lo diferencia del resto de los signos delimitadores […]. Los dos puntos contribuyen a presentar de manera clara en el texto escrito las relaciones entre las unidades lingüísticas y su jerarquía» (p. 356).

En poesía es un signo muy productivo para anunciar que se completa una idea y para crear metáforas puras y asociación de imágenes sin que haya apenas nada en el medio. Ejemplo de este segundo uso que me he inventado: la vasija enterrada: tu voz.

El mensaje de la puntuación

Visto lo canónico, quiero que tengas presente que a través de la puntuación que elijas le estás enviando un mensaje a quien lee para que interprete de una manera el poema. Ten en cuenta que la poesía quiere plasmar lo inefable, que destruye o construye una realidad.

Así que la puntuación, su absoluta ausencia, puede transmitir ahogo porque no hay nada que detenga (a ello puede contribuir el uso de palabras cortas y verbos de acción); también puede estar cercana a la transmisión del flujo de pensamiento, con la técnica de escritura automática (aquí entra en juego la sintaxis y el orden de las ideas, que estarán desordenadas, incluso es posible que se mezclen tiempos verbales, etc.). También se puede transmitir frescura y libertad; además de acelerar y ralentizar el tiempo o una emoción a través del asíndeton y el polisíndeton. Sin embargo, la puntuación, como ya habrás intuido, no puede conseguir esto sola, no puedes cargar el poema de lugares comunes, palabras rimbombantes, rimas machaconas y querer romper con la puntuación, va a quedar muy extraño, no van a encajar forma y contenido, no se va a sostener, va a cojear.

Detener y acelerar: polisíndeton y asíndeton

Estas figuras retóricas están relacionadas con la enumeración y son un clásico al que aún se le puede sacar mucho provecho y que son la clave en la puntuación en poesía. En las enumeraciones lo canónico es separar cada elemento por una coma y el último enlazarlo con la conjunción «y», «ni» u «o» (sin poner coma delante). Si rompes esta regla, le estarás dando un sabor y un olor a tu poema.

Asíndeton

Consiste en prescindir de dicha conjunción y unir todos los elementos de esa enumeración con coma. Efecto que consigue: aporta velocidad, energía y agilidad. Echaré mano de unos versos de fray Luis de León para que digas hola al asíndeton: «Acude, corre, vuela, / traspasa la alta sierra, ocupa el llano». ¿Qué me dices? ¿Has notado la energía?

Polisíndeton

Con esta figura retórica se consigue el efecto contrario, se detiene la acción y como que la paladeas, te recreas en ella; se trata de añadir la conjunción (la misma) delante de cada elemento de la enumeración. Acudo a Juana Castro y su poema «Querencia» dentro de su poemario Los cuerpos oscuros para que saborees el polisíndeton: «La del beso y la aguja y el ventanal al este». Juana Castro maravillosa siempre.

Pongo ya punto final a este artículo y quiero que te quedes con estas ideas: que el uso de la puntuación en poesía es muy flexible, pero que no todo vale en todo momento, que debe responder al efecto y la expresividad que se quiera lograr. Por último, que debe haber coherencia entre la puntuación y el resto de recursos. Un poema es una unidad en la que metáforas, imágenes, sintaxis, rimas, aliteraciones… van a una.

Pero, sí, jugar con la puntuación en poesía para descubrir qué logramos puede ser muy placentero y adictivo, como el azahar y el chocolate con sal, yo te invito a hacerlo, ya me cuentas qué tal.


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