¿Título? ¿No título? ¿Números? ¿Palabras? Dudas y más dudas, parece que te enredas y atrapas en una hiedra.

Si has llegado hasta aquí, es porque para ti elegir el título de tus poemas o de tu poemario no es un simple tachón de la lista de qué hacer para escribir un poemario, sino que es crucial y lo quieres hacer bien.

Por eso estoy aquí, para ayudarte a responder a esa pregunta clave:

¿Cómo elegir el título de mis poemas?

Para ello, voy a contestar a dudas reales de poetisas y poetas con los que he trabajado y con los que te puedes identificar. Además, voy a analizar algunos títulos de poemas del libro Los cuerpos oscuros de Juana Castro para que te sirva de práctica.

Dudas reales con las que te puedes identificar

¿Todos los poemas deben llevar título?

Una poetisa, en su poemario, tenía poemas con títulos y otros sin título y me preguntó cómo veía yo esta mezcla. Aquí veo que en realidad hay que contestar dos preguntas: La primera, ¿todos los poemas deben llevar título? La segunda, ¿en un mismo poemario se pueden mezclar poemas con título y sin él?

Respondo a la primera pregunta: no, claro que no, no es un elemento imprescindible para completar el poema, si no es una clave para este. Detrás de poner un título o no hay una intención. No hay que olvidar que es algo que está entremedias del lector y el poema.

En cuanto a la segunda pregunta (¿en un mismo poemario se pueden mezclar poemas con título y sin él?), yo no encuentro ningún inconveniente, nada que me diga que va a afear el poemario o que vaya a romper su unidad de sentido. Lo que sí pienso es que hay que ser consciente del acto, ya que lo habitual, a lo que está acostumbrado quien lee, es que los poemas tengan título; así que el no ponerlo, dependiendo de la temática o perspectiva del poemario, hasta se puede interpretar como un acto subversivo o de modernidad, romper con el sistema tradicional. Dependiendo del conjunto, tendrá diferentes lecturas.

¿Se pueden mezclar poemas numerados y otros titulados con palabras?

Otra poetisa me preguntaba sobre los poemas cuyo título era un número y que otros eran palabras. En este caso, tampoco se puede condenar esta mezcla porque puede responder a una estética del poemario. Por ejemplo, el numerar los poemas, como si pertenecieran a una serie, puede acercarlos al arte de vanguardia y al contemporáneo, como el abstracto.

Lo que sí recomiendo es que la ordenación se dé en un mismo apartado, que no se intercalen porque sí podría llevar a confusión, siempre y cuando, como digo, no responda a un sentido concreto que se le dé a esos intervalos (imagínate que los poemas numerados pertenecen a una voz del poemario y los de palabras a otra voz del poemario). La propuesta estética es la que manda.

Mi poema no lleva título: ¿resalto el primer verso?

También me han preguntado que, si el poema no llevaba título, que si veía conveniente resaltar el primer verso bien en negrita, bien en versalita… o poner en mayúscula solo la primera palabra del verso. Yo no lo recomiendo porque, como ya sabemos, en poesía todo tiene un significado y puede que en el poema se quiera usar una mayúscula de relevancia o como un grito y se desvirtúe. Si se realiza una buena edición en la que quede claro dónde empieza y dónde acaba cada poema, no debería haber ningún problema.

¿Cómo saber cuál es el mejor título para mi poemario?

Esto es lo que me preguntaba un poeta después de que trabajáramos juntos en el análisis de su poemario. Esta pregunta le vino a la cabeza tras el proceso de reescritura, momento en el que se dio cuenta de que el título inicial del poemario ahora estaba como vacío y no transmitía la esencia del poemario. Él, muy sabiamente, enseguida se dio cuenta de que quería que quedara reflejada la idea que recorría y unía el poemario.

Sin embargo, hay otras estrategias para poner el título de un poemario, como que lleven el título de uno de los poemas del poemario, como ocurre con el poemario que voy a analizar más adelante, Los cuerpos oscuros de Juana Castro, que, en realidad, persigue el mismo fin: recoger y sintetizar la esencia del poemario.

Pero, para elegir el título de mis poemas, primero debo preguntarme…

¿Para qué sirve un título?

Un título es como un acercamiento; te sugiere e intriga; llama la atención; también te puede explicar algo acerca del poema o darte la clave que completa el poema.

Cuando se leen los títulos de los apartados y de los poemas en el índice, es como si estuvieras mirando por la mirilla o por una puerta entreabierta. Con esto quiero plantear que un título es un elemento expresivo más que comparo con una metáfora, una rima, una imagen… Puede ser igual de importante si lo quiere el/la artista y como tal ha de usarlo. Y así es como lo usa Juana Castro en su poemario, del que voy a destacar algunos títulos, por lo que te animo a que lo leas, puedes sacarlo de la biblioteca, y acompáñame en este improvisado club de lectura.

Análisis de títulos poemario Los cuerpos oscuros de Juana Castro

El poemario Los cuerpos oscuros de Juana Castro (Tigres de Papel, colección Genialogías, 2016) explora el envejecimiento del cuerpo y al cuerpo está ligada la memoria y cada aspecto de la vida porque, irremediablemente, somos un cuerpo. Voy a ir desgranando algunos títulos, ya verás qué belleza y sencillez.

«Océanos»

Este título, que es el que abre el poemario, ya te sugiere de entrada lo inmenso, inabarcable, profundo, agua, indefinición definida, ¿dónde acaba? Este inicio nos da ya una magnitud, un peso concreto del poema, nos dirige hacia un lugar, pero también nos da un peso concreto del poemario y de su mensaje (lo encuentras en la p. 17).

«Calle Cruz de Ventura»

Este título nos da un marco concreto que, además, existe en la vida palpable, por lo que el dramatismo e impacto emocional de lo que se transmite en el poema es mayor que si hubiera elegido otro título. Piensa por ejemplo en una película cuando ocurre la acción en un sitio conocido o que sabes que existe: la conexión es más directa (p. 25).

«Brasas»

En este caso, el título ayuda a entender el poema, más que entenderlo, lo completa. En el poema no se habla ni de fuego, ni de incendios ni nada parecido. Pongámonos en situación: la voz es la de una mujer con demencia que tiene delante a su marido y que nos cuenta cómo es, como es para ella en ese momento y que es la juventud y la belleza, y ella dice que su marido no es ese cuerpo decrépito que ve. Así que las brasas es un resumen de una vida: todo lo que fue se ha consumido (p. 29).

Se me eriza la piel solo de pensarlo. Me parece magistral.

«Tela de araña»

Este título está muy bien elegido porque quiere transmitir ese estar atrapado, pegado y que el final, irremediablemente, va a ser la muerte (p. 36).

«Mordedura»

Otro proceder de la poetisa es que el título sea una parte de la metáfora, la parte con la que se compara y el poema sea la otra parte. Eso ocurre en «Mordedura» (p. 42). Es como si toda la impotencia de no poder calmar el dolor que recorre el poema fuera una mordedura.

«Déjalo todo»

Es una parte clave del poema y es un elemento rítmico y simbólico (p. 61).

«Equinoccio»

Es también un marco, te delimita y sitúa (p. 65).

«La fuga»

En este caso, como ya ocurría al principio, da la clave y esta vez sí que sería más difícil completar el sentido sin el título (p. 68).

«La hija de la loba»

El título ayuda a reforzar en qué se pone el foco; es como para que ya desde el comienzo estemos avisados (p. 77).

«Los otros»

A diferencia del anterior poema, este título es más misterioso porque, mientras lees el poema, no entiendes muy bien a qué viene ese título, pero, cuando llegas al final, todo encaja. Este es también, en mi opinión, uno de los mejores títulos por ese atrapar y descolocar que te empuja a leer el poema (p. 87).

3 claves (y más) para saber cómo elegir el título de mis poemas

¿Cómo sueles crear tú? Si se elige la opción de poner título, entonces es un elemento que hay que cuidar igual que el resto del poema, ya que, como se ha visto en el análisis del poemario de Juana Castro, no es un tema baladí, sino que es un elemento más de la expresión poética.

Yo procedería así: pondría un título provisional y, al final del todo, cuando el poema sea el definitivo, trabajar el título. Recomiendo este proceso porque normalmente nos damos cuenta de que ese título ya no tiene nada o casi nada que ver con la esencia del poema. Es cierto que muchas veces un poema nace ya hecho casi del todo, así que ahí es muy posible que no haya que cambiarlo; pero siempre es bueno repasarlo al final y, si responde afirmativamente a algunas de estas cuestiones, se queda: ¿da la clave para entender el poema? ¿Es un resumen del poema? ¿Da un marco para el poema? ¿Sugiere e invita a leer el poema?

3 claves de un buen título

Si te fijas en los títulos de los poemas de Juana Castro, reúnen las siguientes características:

  • No son palabras conceptuales ni abstractas (sí lo serían soledad, miedo o infinito), sino visuales, palpables, concretas (es cierto que «Déjalo todo» no cumple tanto con esta característica, pero sí que es una parte imprescindible del poema, que le da sentido).
  • Si los eliminas, eliminas información necesaria.
  • Son cortos (considero corto una horquilla de 1 a 6 palabras), por lo que la fuerza expresiva no se diluye. Haz la prueba: lee una frase de 10-15 palabras y otra de 5, ¿cuál recuerdas mejor y con cuál procesas mejor la información?

Ejercicio

Te invito a que hagas el mismo ejercicio de análisis que he hecho yo con el poemario de Juana Castro. Elige un autor o autora que te guste y mira de qué manera ha empleado los títulos. Te vas a sorprender de toda la información que vas a conseguir. Y comprueba si también cumple las anteriores características.

¿Te atreves? Pon en práctica estos ejercicios para que puedas crear los títulos de tus poemas.


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