Puede que a la hora de escribir y corregir un poema te surjan muchas dudas del tipo añado o quito tal palabra; me gustaría romper con la puntuación, pero, y si piensan que no sé escribir… En ese caso, te doy la bienvenida a ese gran grupo y, por eso, el artículo «3 principios de poesía para decir adiós a tus dudas» lo he escrito pensando en ti. Sigue leyendo, que te interesa.

Dile adiós a tus dudas

Los principios que vas a leer a continuación son los que sigo yo a la hora de corregir los poemarios de los poetas y poetisas que acudís a mí para que os ayude (también los aplico a los míos). La corrección de poesía es especial y requiere de unos principios especiales.

Son unos principios que he ido asentando y construyendo a lo largo de mis años de trabajo, por lo que parten de la práctica, son principios teóricos y prácticos. Creo que te pueden ayudar mucho a que dejes de dudar de ti y decir adiós a tus dudas porque con ellos te aporto una visión diferente de enfrentarte a la creación y a la corrección del poema o poemario. Es una visión de conjunto en la que siempre debes tener presente qué querías expresar y cuál es el relato interno, y pensar si esa metáfora, puntuación, palabra… trabaja para ello.

Pero ya no me enrollo más y paso a desgranarte esos 3 principios.

Si no trabaja para el poema, elimínalo

Creo que mis autores y autoras me odian a veces un poco, porque cuando realizo una corrección de estilo profunda de un poemario les hago muchas preguntas. Y hay veces que me encuentro con cambios bruscos de tratamiento (de tú a usted o viceversa), con una acumulación de figuras retóricas o adjetivos con un matiz «sucio» que no encajan, por ejemplo, con el tema del poema… Y no encuentro una justificación para su existencia, a primera vista, no veo que todos estos recursos estilísticos estén trabajando para el poema, así que hay una pregunta que repito mucho: «¿Qué efecto querías conseguir con ese recurso?». Pregunta que tiene variantes, como ¿qué querías transmitir?

Si no trabaja para el poema, elimínalo

Prueba a hacerte esta pregunta cuando vayas a corregir un poema: «¿Qué quiero conseguir con este recurso/adjetivo/cambio brusco de tratamiento…?». Después, pregúntate: «¿Está trabajando para el poema?». Te puedes encontrar con tres posibles respuestas:

  • Que concluyas que sí cumple el efecto que querías conseguir y que trabaja para el poema. El resultado es que encaja y lo dejas.
  • Que concluyas que no trabaja para nada para el poema y que no hay manera de encajarlo. El resultado es que lo eliminas directamente.
  • Que concluyas que el efecto que querías conseguir te gusta para ese poema, pero que notes que falta algo para que termine de encajar y trabajar para el poema. El resultado es que te pide que modifiques el poema para que todo encaje.

Podría pensarse que en la poesía contemporánea en la que el verso libre es el que toma protagonismo vale todo, pero no. Así que ya sabes, si no trabaja para el poema, elimínalo.

Que lo correcto no mate la fuerza de un poema

Este principio tiene su razón de ser porque un día una autora a la que estaba corrigiendo su poemario me comentó que sabía que no usaba los puntos de forma correcta y que lo hacía de manera intencionada, que si lo veía excesivo que se lo dijera. Entonces me vino a la cabeza la siguiente reflexión: ¿en un poema hay que ser siempre correctos en relación con la gramática y la ortografía? ¿Qué ocurriría si yo corrigiera esa supuesta incorrección? Te respondo con rapidez, si se ha usado con un sentido, con una intencionalidad, casi seguro que mato el poema, que ya no transmite igual de bien el mensaje.

Que lo correcto no mate la fuerza de un poema

Así que, si trabaja para el poema, déjalo. Pero como te decía en el anterior apartado, no todas las transgresiones del lenguaje valen para todos los poemas ni siempre se usan bien. Ya sabes, ármate de todos los recursos ilimitados del lenguaje y date permiso para pecar, ¿qué tal sienta?

La corrección de un poema es una partida de ajedrez

¿Qué pretendo al unir poesía y ajedrez? Que te quedes con la idea de que cualquier movimiento (cambio) tiene un efecto a gran escala, que puede modificar el final, como en una partida de ajedrez. Por lo que hay que tener una visión de conjunto, tanto si se trata de un poema suelto como de un poemario.

Como siempre remarco, la poesía se caracteriza por esa carga simbólica y emocional que acumulan y arrastran las palabras, que se van interconectando y acaban construyendo un idiolecto (como un código que comparten poema/poemario y el lector). Por esto, es tan importante ser conscientes de qué «ficha» mueves, por qué y qué efecto va a tener.

La corrección de un poema es una partida de ajedrez

Por lo que yo opino que es muy importante tener una visión de conjunto de lo que quieres transmitir y cómo a la hora de corregir tu poemario. Yo, al menos, así lo hago cuando corrijo los poemarios.

Como ves, y como ya sabes, escribir un buen poema no es sencillo y es muy fácil dudar de ti mismo. Aun así, creo que los 3 principios que te acabo de contar te pueden ayudar a decir adiós a tus dudas y a creer en ti. No me quiero ir sin dejar de recomendarte que leas Las flores del mal de Baudelaire y pedirte que te fijes en cómo coloca y elige las palabras, es un maestro en ello. ¿Te surgen más dudas aparte de las que te comento yo? Escríbeme en comentarios y charlemos. Un abrazo grande.

Míriam


    Puede que también te guste

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *