Por resumir, podríamos decir que esta es la historia de amor que vive una pareja durante la guerra alejados de ella, aislados en una casa. Pero eso sería empobrecer esta pequeña nouvelle inédita hasta 2013 del escritor francés Jean Legrand, y decimos empobrecer porque es mucho más que eso, es un tratado de amor, belleza y muerte materializado en un cuadro lírico donde se unen ambos códigos, el pictórico y el lingüístico para dar lugar a un lenguaje nuevo, en el que las palabras saben crear un segundo plano que está siempre presente, como el de la guerra, y donde las palabras son escorzo, dando profundidad al texto, tanto que según vamos leyendo podemos ver cómo sobresale un hombro o una rosa colocada en el alféizar de la ventana. Esto último nos conecta con el exterior, porque estos amantes viven su amor en una casa aislada y más allá está la guerra. Son ellos y la guerra.

Hay un diálogo continuo entre interior y exterior, entre amor y muerte, los dos puntos de fuga, los dos símbolos de la existencia del ser humano, en los que Jean Legrand quiere que te fijes.

El autor es muy exigente con el lenguaje y no le deja descansar hasta que no consigue extraer de él toda la sensualidad, todas las metáforas, toda la exuberancia de la conjunción del amor y de la muerte.

Es esta una obra realmente sugerente y adictiva.

Jean Legrand (Montpellier, 1910-París, 1982), amaba el Surrealismo, (aunque no se adscribió a él), el jazz, a Nietzsche y a Proust. Fue impresor, editor y creador de un minúsculo movimiento literario llamado Sensorialismo. Publicó hasta los años cincuenta y después se retiró a la región donde había nacido. En el momento de su muerte lo hizo convertido en un escritor tan secreto como mítico.

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