No se lo imaginaban. Cuando a un ciego en el siglo xiv le compraban pliegos en la esquina de una plaza, o cuando esos pliegos se vendían los días de mercado en un puesto colgando de un cordel o cuando el célebre ciego Antonio Montaño cantaba los romances, en el Madrid del xix, no se imaginaban que iban a escribir tesis sobre ellos o que pudieran formar parte de un logotipo. Piensa en sus caras si alguien del futuro les dice que ese acto suyo quedará reducido, pongamos, a una línea que enhebra un nombre propio como el mío: Míriam Villares; ese acto donde sus manos desenganchan y entregan el pliego por unas pocas monedas (muy pocas). No entenderían nada, seguro.


Como ves, aquí estamos mi nuevo logo y yo (una loca de los libros para desgracia de las estanterías de mi casa) tan contentos e ilusionados porque nos podemos presentar ya en sociedad.


Mi logo me recuerda que me construyo a través de la herencia de la historia, esa que no se puede obviar, herencia que se toma como punto desde el que mirar el presente y el futuro. Es el reflejo de parte de lo que soy, de mi trayectoria profesional y vital, de mi esfuerzo por dar de mí cada día lo mejor, mi cuidado y querencia por cada proyecto y cada persona que hay detrás. Esa línea que enhebra mi nombre tejerá todos los nuevos proyectos.


¡Bienvenido, nuevo logo!

Si quieres saber más sobre la literatura de cordel te invito a que te adentres en la web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes o en la tesis Ecos de modernidad y paneuropeísmo en la literatura de cordel española (1750-1850). Catalogación y análisis del Fondo Hazañas de Inmaculada Casas-Delgado.

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